AMOR PERDIDO
¿Por qué me enamoré de ti? ¿Por qué todo ocurrió así? El destino nos unió pero no entiendo por qué después nos separó. Un día nos conocimos por casualidad, fueron segundos, solo una mirada y ya supe que te quería. Fue esa mirada la que se me clavó en el corazón, fue tu voz la que me hipnotizó, esa gracia que me transmitías, ese entusiasmo innato. Todo tu ser era perfecto, tus ojos, tu pelo, tu sonrisa. Era increíble estar a tu lado,nunca pensé que pudiera a encontrar a alguien tan parecido a mi. Me dijiste algo, nos miramos a los ojos, y sin darnos cuenta, nuestros labios se unieron en un beso tímido y deseado. La felicidad corría por mis venas, mi corazón palpitaba fuertemente, en solo unas horas fuiste lo mejor que me pasó. Pasé las semanas más hermosas de toda mi vida, que nunca olvidaré. Tu siempre ibas, con toda la ilusión de encontrarme, a el rinconcito de nuestro amor, para luego pasear con las manos entrelazadas, sintiéndome la mujer mas dichosa del paraíso. Y esos besos que me dabas, eran tan tiernos, con tanta lentitud, que en ese mismo instante creía morir. Me llevabas a un lugar lleno de fantasía, de dulce ensueño, a un mundo perfecto. Ya sólo nos mirábamos, con una sonrisa en los labios, sin apenas musitar una palabra sabíamos lo que pensábamos cada uno en ese instante; era esa conexión tan profunda que nos envolvía por completo, como si siempre hubiésemos estado juntos en otras vidas lejanas. Te necesitaba, eras mi otra mitad, no sé que haría después, cuando todo cambiase. Mi sufrimiento era pensar en el instante en que nos dijésemos el adiós y me fuese de allí, si saber si algún día volveríamos a vernos. Las lágrimas se apoderaban de mi, al pensar en mi partida, y tu me intentabas consolar, me abrazabas con todas tus fuerzas, podíamos estar así toda la vida, abrazados, sin importar otras cosas, sólo estar así, juntos, para siempre. Con cada mirada me decías que me querías, con cada beso saciabas mi sed de amor, con cada abrazo, un simple roce de nuestro cuerpo, sentía que mi alma se unía a la tuya; con el solo hecho de tenerte, de haberte encontrado, habría dado mi vida entera...
Cuántas veces te había soñado, cuantas veces te imaginé, te ví como una sombra sin rostro, pensando si existirías. Te busqué y te busqué, pero cuanto más deseaba encontrarte, más larga se hacía la espera de hallarte. Pero fue sin pensar en tu búsqueda, cuando te cruzaste en mi corazón. ¡Que ironías de la vida! Empecé a ser consciente de que eras tu el hombre que sin rostro aparecía en mis sueños, ese que tanto había buscado, ese tanto soñado. Desde entonces, desde que te conocí, ya no soñaba con una sombra sin rostro, ya te veía a ti, con esa sonrisa en los labios, con esa profunda mirada. Ya no necesitaba nada más, ya te tenía a ti, pensé que eras mi único motivo por el que la vida tenia sentido. Solo pensaba en nosotros dos, en nuestro amor, sin pensar en el sentimiento que podría llegar: el dolor. Sin pensar en él, me dejé llevar cuando nuestros cuerpos ansiaban tenerse el uno al otro. Quería que nos perdiésemos en la infinitud, unirnos en cuerpo y alma, en una sola cosa, la cosa más bella del universo. Quería sentir tu piel junto a la mía, volar en nuestro mundo de fantasía y ensueño. Los dos supimos que debía ocurrir lo inevitable, el amor nos vencía, nos inundaba totalmente. El uno al otro nos quitábamos la ropa, mientras tu me cantabas al oído, con esa embriaguez que nos envolvía. Acariciabas mi cuerpo con las yemas de los dedos, y yo te miraba fascinada, besándote sin saciarme... me entregué a ti, fui tuya como nunca ninguna lo había sido. Dejaba así, atrás mi inocencia de niñez, porque en tus brazos pasé de niña a mujer.
Ese fue nuestro último día, el más inverosímil nunca más vivido. Ya dejaba atrás ese pueblo, donde tantas cosas viví, y llorando en el coche, miraba por la ventanilla, despidiéndome de cada edificio, de cada momento que viví, de la infinitud del mar que se unía al cielo. Todo cambió, todo quedó en el pasado, aunque me prometiste que volveríamos a vernos, que siempre me llevarías en tu corazón. Pero la distancia todo lo estropeó, porque bien sabes que es enemiga del amor, y en este caso lo venció.
Ahora que todo quedó atrás, mucho tiempo ya ha pasado, pero no creas que te he olvidado, porque a cada segundo te llevo en mí, me acuerdo de ti. Lo siento, pero te me grabaste en el corazón, la nostalgia me llena por completo, ¿por qué no puedo olvidarte? Lloro y lloro en la oscuridad de mi cuarto, pensando en qué harás, en que pensarás, con quién y dónde estarás. ¿Por qué ya de mi te olvidaste? Es ahora cuando el dolor no me deja vivir, mi agonía es y será estar sin ti. Yo todavía te quiero, y tu nunca lo sabrás, pero sí que solo espero que algún día te vuelva a encontrar. Sueño con despertar a tu lado, con volver a sentir tus abrazos para que consuelen este sufrimiento que cada día me mata. Solo quisiera que supieras que como yo te he querido y te quiero, nadie te jamás te querrá.
Cuántas veces te había soñado, cuantas veces te imaginé, te ví como una sombra sin rostro, pensando si existirías. Te busqué y te busqué, pero cuanto más deseaba encontrarte, más larga se hacía la espera de hallarte. Pero fue sin pensar en tu búsqueda, cuando te cruzaste en mi corazón. ¡Que ironías de la vida! Empecé a ser consciente de que eras tu el hombre que sin rostro aparecía en mis sueños, ese que tanto había buscado, ese tanto soñado. Desde entonces, desde que te conocí, ya no soñaba con una sombra sin rostro, ya te veía a ti, con esa sonrisa en los labios, con esa profunda mirada. Ya no necesitaba nada más, ya te tenía a ti, pensé que eras mi único motivo por el que la vida tenia sentido. Solo pensaba en nosotros dos, en nuestro amor, sin pensar en el sentimiento que podría llegar: el dolor. Sin pensar en él, me dejé llevar cuando nuestros cuerpos ansiaban tenerse el uno al otro. Quería que nos perdiésemos en la infinitud, unirnos en cuerpo y alma, en una sola cosa, la cosa más bella del universo. Quería sentir tu piel junto a la mía, volar en nuestro mundo de fantasía y ensueño. Los dos supimos que debía ocurrir lo inevitable, el amor nos vencía, nos inundaba totalmente. El uno al otro nos quitábamos la ropa, mientras tu me cantabas al oído, con esa embriaguez que nos envolvía. Acariciabas mi cuerpo con las yemas de los dedos, y yo te miraba fascinada, besándote sin saciarme... me entregué a ti, fui tuya como nunca ninguna lo había sido. Dejaba así, atrás mi inocencia de niñez, porque en tus brazos pasé de niña a mujer.
Ese fue nuestro último día, el más inverosímil nunca más vivido. Ya dejaba atrás ese pueblo, donde tantas cosas viví, y llorando en el coche, miraba por la ventanilla, despidiéndome de cada edificio, de cada momento que viví, de la infinitud del mar que se unía al cielo. Todo cambió, todo quedó en el pasado, aunque me prometiste que volveríamos a vernos, que siempre me llevarías en tu corazón. Pero la distancia todo lo estropeó, porque bien sabes que es enemiga del amor, y en este caso lo venció.
Ahora que todo quedó atrás, mucho tiempo ya ha pasado, pero no creas que te he olvidado, porque a cada segundo te llevo en mí, me acuerdo de ti. Lo siento, pero te me grabaste en el corazón, la nostalgia me llena por completo, ¿por qué no puedo olvidarte? Lloro y lloro en la oscuridad de mi cuarto, pensando en qué harás, en que pensarás, con quién y dónde estarás. ¿Por qué ya de mi te olvidaste? Es ahora cuando el dolor no me deja vivir, mi agonía es y será estar sin ti. Yo todavía te quiero, y tu nunca lo sabrás, pero sí que solo espero que algún día te vuelva a encontrar. Sueño con despertar a tu lado, con volver a sentir tus abrazos para que consuelen este sufrimiento que cada día me mata. Solo quisiera que supieras que como yo te he querido y te quiero, nadie te jamás te querrá.
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